martes, agosto 29, 2006

Secretos-de-la-Suerte

Secretos-de-la-Suerte

jueves, agosto 10, 2006

Fortuna y Lenguaje Corporal

LENGUAJE DE LOS COLORES


El lenguaje de los colores es tan importante como el lenguaje hablado y escrito. De hecho, en las relaciones personales es más importante el lenguaje de la vestimenta, que el lenguaje hablado. Existen investigaciones abundantes que nos demuestran que la vida de relación está influida en gran parte por el impacto que tienen los colores en el nervio óptico.

Todo mundo sabe que la retina se expande o se contrae frente al estímulo de los colores. Frente al blanco, se contrae. Frente al negro, se expande. Al contraerse la retina, el nervio óptico manda una señal al cerebro de rechazo. Si la retina se expande, el nervio óptico manda una señal de aceptación al cerebro. La gama de colores que se encuentra dentro de estos extremos, es la que determina la mayor parte de los actos reflejos en los humanos, exceptuando a los ciegos.

Desde el punto de vista racional, se puede argumentar que no es cierto que los colores tengan tanta influencia en la conducta humana. Pero la verdad es que el nervio óptico no se gobierna por nuestra voluntad, sino a consecuencia del estímulo que recibe la retina.

En la literatura médica se menciona el caso de un niño que sufría ataques de locura aparente durante las noches. Su familia consultó con todos los especialistas en la materia y nadie pudo encontrar la causa de dicha locura. Solo accidentalmente se descubrió que todo se debía al color con que estaba pintada su recámara, pues cuando sus padres lo cambiaron de habitación, el problema desapareció por completo. Este es un caso extremo, pero demuestra la influencia que tienen los colores en la conducta de los humanos.
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Las agencias de publicidad americanas son las que más han explorado este tema. Sobre todo para diseñar la combinación de colores de los empaques de los productos de consumo popular.

El objetivo consiste en encontrar la combinación de colores que más capte la atención de los consumidores. Incluso han descubierto que la combinación debe ser diferente, dependiendo de si el producto se vende en la mañana más que en la noche, debido a que el contraste es diferente con la luz natural que con la artificial.

Este conocimiento relativo al impacto que tiene el empaque en la preferencia del consumidor, con el tiempo se comenzó a utilizar en el diseño de la vestimenta de los humanos. La idea era encontrar el modelo de vestimenta, en cuanto a diseño y color, que causara la mejor impresión.

Ahora ya se sabe que la aceptación o rechazo de una persona depende en gran parte de la vestimenta (empaque) que use. Al igual que los productos de consumo popular, la gente se vende (aceptación) o no se vende (rechazo) de acuerdo al empaque (vestimenta) que decida usar. Este fenómeno es muy común en los Estados Unidos, donde existen empresas, cuyo negocio consiste en diseñar el “empaque” de políticos y ejecutivos de grandes empresas.

También en la literatura se menciona el caso de un experimento conducido en un salón de clases, con tres grupos diferentes de alumnos del mismo nivel académico y con un mismo maestro. Lo que se hizo variar fue la indumentaria del profesor.

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Cuando la vestimenta fue de colores oscuros (gris, café, negro), los alumnos registraron el nivel más bajo de aprendizaje. Cuando la ropa fue de colores claros (beige, blanco), los alumnos registraron el nivel más alto de aprendizaje. Este experimento revela que el rechazo no solo es del color sino de la persona “empacada” con ese color, incluyendo todo lo que pueda decir. La cultura tradicional nos quiere imponer el criterio de que es más importante el lenguaje hablado, así como la riqueza espiritual de la persona.

Nunca nos preocupamos por educar los sentidos con el lenguaje de los colores. Esta ignorancia no solo afecta nuestras vidas, sino también la de nuestros hijos. Muchas veces nos preocupa más que el “empaque” de nuestros hijos sea caro o barato, pero casi nunca pensamos en su “venta” o rechazo. Sin embargo, muchos padres le pueden crear un ambiente de rechazo a sus hijos, dependiendo de los colores del empaque que les impongan.

El lenguaje de los colores todavía es un conocimiento reservado para pocas personas. Con el tiempo también tendrá que enseñarse en las escuelas al igual que se enseña el lenguaje escrito.



LA ROPA


La comunicación humana se realiza a través del lenguaje hablado, del lenguaje escrito y con la imagen o apariencia personal.

El lenguaje hablado se aprende desde la niñez y supuestamente se perfecciona en la escuela. El lenguaje escrito casi siempre se aprende en la escuela. Sin embargo, el lenguaje de la apariencia personal no se enseña, ni se aprende en muchos lugares, aunque en las relaciones humanas sea lo mas importante. De hecho el rechazo o aceptación social, depende de la vestimenta que se use, aunque no se reconozca abiertamente.

Está demostrado que la conducta del hombre, es el resultado de estímulos externos, o sea, que es un conjunto de reacciones hasta cierto punto predecibles. Cualquiera puede distinguir a una mujer de un hombre por la forma en que se viste. Cualquiera puede distinguir a un esquimal por la forma en que se viste. Cualquiera sabe que una sonrisa es un gesto amistoso. Cualquiera sabe que el llanto es una demostración de sufrimiento. Nadie tiene que explicarnos el significado de estas imágenes. La herencia cultural nos ha condicionado a todos para entender su significado y reaccionar en consecuencia.

Aunque cada pueblo, cultura o época tiene su forma de cubrirse el cuerpo, dentro de cada cultura y época se puede identificar la procedencia social, económica y cultural, según la forma en que las personas se cubran su cuerpo. Directa o indirectamente, conciente o inconscientemente, cada persona dice o expresa su procedencia, según la forma en que se vista. A través de la vestimenta, le comunica a los demás su situación cultural, económica y social.


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Hasta muy recientemente la vestimenta ha sido un acto reflejo. Nos vestimos porque se visten los demás. Usamos un tipo de ropa porque ese tipo de ropa es el que usan los demás. Usamos determinados colores porque esos colores son los que usan los demás. Usamos determinados diseños, porque son los diseños que usan los demás. Pocas veces nos detenemos a pensar en la posibilidad de usar el vestido como una forma complementaria de expresión, que la vestimenta hable por nosotros. En las escuelas nos pueden enseñar a hablar y a escribir, pero no nos enseñan a expresarnos por medio o a través de la ropa.

Este trabajo presenta resultados de la experiencia de varios años en el diseño de ropa, en la interpretación del significado de colores y en el estudio de las reacciones inconscientes de la gente frente a la forma de vestirse de los demás. Cuando se dice reacción inconsciente, se quiere decir que se trata de una reacción que no obedece a la razón, ni a la reflexión. Se trata de un acto reflejo instantáneo, sin tiempo para razonar. Incluso cuando se le llega a preguntar a la gente sobre su reacción de aceptación o rechazo frente a una vestimenta cualquiera, la gente casi nunca cuenta con una explicación razonada, sino que muchas veces ni siquiera pueden ofrecer una explicación. El cerebro se llega a condicionar para el rechazo o aceptación de una persona en función del tipo de vestimenta.

Racionalmente la gente puede argumentar que la aceptación o rechazo depende de valores morales, de la educación, cultura, etc., de la persona, pero el cerebro obedece a otras instrucciones, diferentes a las de la razón. Sin saberlo, la gente es esclava de la vista. Lo que ve el ojo humano es lo que determina la conducta del individuo, en muchas ocasiones.
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En el estudio del efecto de la vestimenta o “empaque” de las personas lo iniciaron las compañías de publicidad, con el objeto de diseñar el “empaque” más atractivo para estimular la venta de productos. En las campañas políticas en Inglaterra y en Estados Unidos, es común que los candidatos contraten los servicios de campañas de publicidad, cuyos servicios incluyen el diseño de la vestimenta o empaquetadura de los candidatos, que favorezcan la aceptación o venta de los mismos.

Casi nadie sabe por qué, pero cuando se entra a un supermercado, con toda seguridad no se encontrarán muchos productos empaquetados de negro, de café o de gris, por decir tres colores. En cambio, se encontrarán productos empaquetados con colores llamativos, que la gente muchas veces toma, sin saber por qué y sin haber planeado su compra. Pero las compañías de publicidad conocen el por qué y el secreto. Lo que se quiere decir es que muchas veces se compra un producto por su empaquetadura, no por su contenido. O al revés. Consecuentemente, también se acepta o rechaza a la gente por su empaquetadura.

En muchas empresas y en universidades se imparten cursos sobre como mejorar la comunicación humana. Sin embargo, en la mayoría de estos cursos casi nunca se incluye el papel que juega la vestimenta en la comunicación con los demás. En muchas universidades existen especialidades sobre técnicas de la comunicación, no obstante al lenguaje de la vestimenta nunca se le asigna la importancia que tiene.

En ninguna parte existen escuelas para enseñar a los padres a vestir a sus hijos. De hecho, todo mundo piensa que los padres saben como vestirlos, y que nadie tiene derecho a cuestionar esta situación.
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Sin embargo, en cualquier encuesta con adultos, es muy frecuente encontrar un alto porcentaje de personas que se avergüenzan o que por lo menos no se sienten orgullosas de la forma en que los vestían sus padres cuando eran niños.

Aunque existe evidencia suficiente, en este trabajo no se detallan las indumentarias que invitan a la agresión o la ropa francamente ofensiva. Se puede aventurar que el fenómeno del niño maltratado es una causa de la indumentaria que invita a la agresión; no tanto un efecto de problemas conyugales.

Por otra parte, existen casos en que los padres pueden adorar a sus hijos; sin embargo, les pueden crear un ambiente de rechazo social solo por la forma en que los visten. Los niños se harán adultos, y nunca sabrán por qué siempre fueron rechazados socialmente, aunque los padres aseguren que siempre hicieron lo mejor para garantizar su bienestar.

Este trabajo no es sobre el último grito de la moda, ni sobre diseño. Se concreta al lenguaje de la ropa. No es la última palabra tampoco, pero es un intento por divulgar lo poco que se sabe sobre la importancia de la indumentaria en la comunicación humana.

Tampoco es una receta universal para conseguir el éxito. Solo es un auxiliar para mejorar la comunicación con los demás y para identificarse mejor con uno mismo.




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ROPA PARA MUJERES


Cualquier mujer puede aumentar significativamente su atractivo si se familiariza con los secretos del lenguaje de la indumentaria. No necesita ser rica ni ganar mucho dinero. La mitad del truco consiste en saber que no ponerse y en algunos casos, con solo saber ocultar o cubrir convenientemente las imperfecciones anatómicas, se puede aumentar el atractivo visual.

La mujer más bella desde el punto de vista anatómico, puede lucir repulsiva, vulgar o corriente, si no sabe vestirse. Por el contrario, cualquier mujer sin atractivos físicos, puede competir en elegancia y distinción, con cualquier belleza anatómica, siempre que sepa como vestirse.

El saber vestirse no tiene nada que ver con las tendencias europeas o americanas de la moda. Cada mujer tiene que descubrir la ropa que mejor le queda, de acuerdo a su trabajo, a sus relaciones sociales y a la imagen que quiera proyectar. Tampoco el saber vestirse significa tener varias docenas de vestidos o presumir de usar ropa cara. El buen gusto y la elegancia no tienen nada que ver con el número de vestidos, ni con el precio o la marca de la ropa.

Muchas mujeres sienten pánico de lucir la misma ropa dentro de una misma semana, sobre todo si son personas que trabajan en oficinas. Es preferible repetir una ropa que les quede, a presumir de mucha que no les quede.

Una mujer que sepa vestirse siempre significa una atracción adicional para cualquier hombre. Saber vestirse es un encanto y tarjeta de presentación que cualquier mujer puede ostentar donde quiera que se presente. Siempre significa un acto de respeto para los demás y para sí misma.

Una mujer que no sepa vestirse proyecta la imagen que no se respeta, ni sabe cuidarse, ni siente respeto por los demás. Con este tipo de mensaje, se expone a que le falten al respeto. Puede que incluso nunca se entere por qué no la respetan los demás. Con toda seguridad, toda mujer que sepa vestirse siempre tendrá mejores oportunidades de casarse, que las que no saben hacerlo.


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Existe un atributo, una cualidad que no proporciona ni la belleza física, ni el dinero, ni el origen social. Se trata de la imagen de tener clase y categoría. Una mujer que sepa como proyectar clase y categoría por medio de la indumentaria, es una persona que tiene garantizado el éxito donde quiera que se desenvuelva.

Lo contrario de la clase es la vulgaridad. Cualquiera puede ser vulgar sin esforzarse mucho, pero no cualquiera puede proyectar la imagen de clase. Casi nadie sabe en que consiste la clase y menos se sabe como definirla. Pero casi todo mundo sabe distinguir a la gente que la tiene y a la gente que no la tiene. Pero dicen los que saben que la indumentaria es uno de los símbolos de la clase o de la vulgaridad.

¿Por qué tanto abracadabra con la clase? pues porque una mujer que sepa impartirse clase a través de la ropa, es una persona que exige indirectamente que la traten con deferencia y distinción, ya sea a nivel familiar, en el trabajo o socialmente.



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ROPA PARA LA OFICINA

La mitad del secreto consiste en evitar todo aquello que daña, abarata, vulgariza la imagen que se proyecta. Tan importante resulta saber que usar, como saber que evitar o no usar. La ropa que debe evitarse se relaciona con tres áreas: diseño, colores y textura de la tela.

Diseños que deben evitarse.- Se supone que en la oficina se progresa según la competencia personal, no de acuerdo a lo que se exhiba del cuerpo. Evite vestidos o blusas escotadas, la manga corta, la minifalda, vestidos demasiado ajustados y pantalones demasiado entallados. Dicen los que saben que la parte más imperfecta y desagradable del cuerpo humano es el codo. Por favor no exhiba los codos en la oficina.


Colores que deben evitarse.- Nunca use colores opacos o telas floreadas. Envejecen a la persona o no van con la piel morena. Por hábito se usan tonos oscuros porque nos gusta creer que aguantan la mugre. Tampoco es rara la creencia de que si usan colores claros, se verían como moscas en un vaso de leche. Con colores opacos nunca proyectarà la imagen de elegancia y menos de clase, aunque la publicidad le quiera hacer creer en forma diferente. Las modelos profesionales pueden proyectar la imagen de elegancia con colores oscuros (negro, gris, café), pero no es por el tono de las telas, sino por la figura, peinado, maquillaje, movimientos, color de la piel y de ojos. Las telas opacas proyectan el mensaje del origen modesto y humilde de quien las usa. Usted decide si quiere proyectar esta imagen.

Texturas que deben evitarse.- Nunca use telas transparentes en la oficina, ni para blusas, ni para pantalones. Provocan una impresión desagradable. Evite las telas artificiales demasiado delgadas, que imitan la seda, como el poliéster. Abaratan la imagen. Nunca lleve pantalones de mezclilla a la oficina. La mezclilla no es símbolo ni de elegancia, ni de clase. La mezclilla no las hace diferente a las demás, sino todo lo contrario.

Para blusas prefiera las telas de algodón. Existen combinaciones de algodón y de poliéster, pero a veces la calidad deja mucho que desear. Después de la primera lavada se descascaran o se ponen roñosas. Lo mismo pasa con algunas combinaciones de lana con poliéster. Luego resultan desagradables al tacto.



(continuará)